¿Por qué es importante hacer la cama? (y qué tiene que ver con el deporte y el rendimiento)
Durante años me pareció una auténtica chorrada. Pensaba que hacer la cama no tenía ningún sentido: “necesita airearse”, “total, por la noche la voy a deshacer”…. Incluso esos pocos minutos (incluso segundos) me parecían una pérdida de tiempo, pero con el tiempo descubrí que ese gesto tan simple no era tan irrelevante como yo creía.
Y es que detrás de ese acto tan pequeño se esconde mucho más que una cuestión de orden doméstico: es disciplina, claridad mental y una cascada de hormonas que influyen en cómo empezamos el día (o lo continuamos). Y no es hacer la cama en sí, si no de que el ‘orden y la organización’ favorezcan una mayor claridad mental. Porque si lo piensas, hacer la cama puede ser mucho más que un hábito doméstico: es un ancla de bienestar, productividad y claridad mental. Y si lo trasladamos al deporte, esa acción sencilla se convierte en una metáfora perfecta de lo que significa entrenar, competir y crecer como atleta.
El entorno como reflejo de la mente
Numerosos estudios en psicología ambiental han demostrado que el entorno en el que vivimos condiciona de forma directa nuestro estado de ánimo. Cuando estamos rodeados de caos —una habitación desordenada, la cama sin hacer, objetos por el suelo— el cerebro interpreta este escenario como una “tarea pendiente” constante. El resultado: más estrés, más distracciones y más sensación de fatiga mental.
Por el contrario, al ordenar nuestro espacio y comenzar con un gesto sencillo como estirar las sábanas, enviar el mensaje de que el día arranca bajo control. Es como decirle al cerebro: “esto empieza bien”.
Es decir, lo que nos rodea condiciona cómo pensamos, cómo actuamos y cómo nos sentimos. Un espacio caótico genera más estrés y distracciones, mientras que un espacio ordenado transmite calma y claridad. Al hacer la cama, eliminamos un “ruido visual” y transformamos la habitación en un lugar más limpio y sereno. Es un recordatorio silencioso de que hay control y estructura.
En el deporte ocurre lo mismo: entrenar de manera continuada en un entorno cuidado —material preparado, lugar ordenado, agenda clara— predispone al atleta a entrenar mejor (sin evitar estados más estocasticos, pero más limitados). El entrenador, científico y divulgador Steve Magness ya describe en su libro ‘Máximo Rendimiento’ que no es casualidad que muchos corredores (también músicos, bailarines...) exitosos tengan rituales previos a la competición: preparar el dorsal la noche anterior, revisar las zapatillas, dejar lista la nutrición. El entorno ordenado facilita que la mente esté también ordenada. Y el entorno debe predisponer, no obstaculizar.
Una estrategia sería aprovecharnos de los potenciadores (por ejemplo, naturaleza) y tratar de limitar (que no eliminar) y manejar de manera correcta los disruptores (por ejemplo, redes sociales) sin caer en la obsesión, ya que, como se suele decir: 'lo perfecto es enemigo de lo bueno'. Sumar poco a poco .
Orden exterior, orden interior
Cuando la habitación está ordenada, también lo está la mente. Este principio es tan simple como poderoso: el orden exterior genera orden interior.
El deportista que llega a un vestuario recogido, sale a correr con el material bien preparado o a un plan de ruta claro, se siente más confiado. Y ya no decimos para la competición: terreno reconocido, plan nutricional claro y practicado… Es decir, poner calma y orden a la incertidumbre (que hay que convivir con ella, pues siempre va a estar presente en mayor o menor grado). Así, esa (cierta) calma y ese (cierto) orden (dentro del entorno incierto en el que nos encontramos) son fundamentales: permiten reflexionar, tomar mejores decisiones y mantener la continuidad.
La cascada hormonal del orden
No es solo una sensación subjetiva. Al hacer la cama -y extrapólalo a tener todo bien atado, entrenar /rendir en un entorno favorable…- y contemplarlo, el cerebro libera una serie de hormonas y neurotransmisores que actúan como aliados:
- Dopamina → la satisfacción de haber completado una tarea, aunque sea mínima.
- Serotonina → calma y estabilidad emocional al ver un entorno armonioso.
- Cortisol → disminuye, reduciendo el estrés.
- Endorfinas → generan una sensación general de bienestar.
Este cóctel químico no solo nos hace sentir mejor: nos coloca en la disposición mental adecuada para entrenar, trabajar o tomar decisiones con más claridad.
Un hábito que construye disciplina
Hacer la cama es un hábito sencillo, casi insignificante, pero tremendamente poderoso para construir disciplina. Es el primer compromiso del día cumplido. Y esa disciplina, una vez entrenada en lo pequeño, se traslada a lo grande.
En el deporte lo vemos constantemente: la disciplina de cumplir con el calentamiento, de reflexión después de entrenar o de mantener el control en los descansos. Son hábitos que no llaman la atención, pero que sostienen el rendimiento a largo plazo. Ponen ‘orden’ dentro del ‘caos’; y más que orden, permiten hacer camino de manera más calmada y con sensación de tener las cosas más claras.
Y no solo va de disciplina: va que tu entorno te pueda favorecer (o hacer lo máximo para que te afecte negativamente lo mínimo). Un evitar el ‘tener cosas pendientes que hacer’, salir a correr por entorno que aportan ‘flow’… rebajan el cortisol y aumentan las endorfinas. Y ese cóctel es fantástico de cara al rendimiento y productividad de la sesión.
No obstante, hay que matizar que el caso y la incertidumbre son parte inherente de cualquier sistema complejo como es el ser humano. Por ello, no implica eliminarlos o negarlos, si no más bien manejarlos de manera adecuada e, incluso, aprovecharlos. Por ejemplo, en una competición, deberemos saber que nos encontramos en un entorno estocástico, por lo que saber enfrentarse a situaciones imprevistas es clave. De hecho, ese caos/incertidumbre será necesaria para progresar. Lo que hay que diferenciar es que estas situaciones no deber hacerse crónicas (incertidumbre repetida), si no se puedan dar/usar de manera aguda. Así, este cierta claridad mental y cierta calma deben ser el estado que debe imperar por norma en el día a día.
Conclusión: el ambiente como catalizador del rendimiento
Más allá de la cama, la enseñanza es clara: el contexto importa. Un entorno ordenado (y en la medida de lo posible controlado) favorece la calma, la motivación y la continuidad. Cada persona ‘necesita’ un mayor o menor grado de orden y de (cierta) certidumbre pero, en todos los casos, estas tres piezas son esenciales para rendir, tanto en el día a día como en el deporte. Y además, los hábitos importan. Repetir acciones positivas día tras día potencia cambios a medio y largo plazo; creará un entorno y sensación de calma, situación que predispone a hacer más pequeñas acciones. Sin pequeñas acciones, no habrán grandes logros. Con pequeñas acciones, podrá llegar el éxito.
La cama hecha no es una cuestión que puede extrapolarse a mucho más ámbitos. Es una forma de decirle a tu cerebro:
- Estoy en calma.
- Estoy preparado/a.
- Estoy en orden para afrontar lo que viene.
Porque al final, el entorno que creamos fuera refleja y moldea el entorno que cultivamos dentro. Y esa es la base sobre la que se construye el rendimiento deportivo y personal.
Y es que almirante de la Marina de EE. UU. William H. McRaven, famoso por su discurso viral (enlace vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=TUQDGH8Ig2g), lo resumió así:
“Si quieres cambiar el mundo, empieza por hacer tu cama”.
Arcadi Margarit